sábado, 21 de febrero de 2009

Las sagradas comunidades indígenas

En un principio había el caos originario, sin tribus, sin aldeas, sin ley
De esa dispersión surgió el Orden.
El pequeño grupo, una pequeña sede redonda en el corazón del
caos originario, el pueblo lo aumenta, multiplicándose a sí mismo.
Inteligencia cuidadosa surgida de la conversación serena y respetuosa,
Moderación,
Calma en el deseo,
Amistad leal,
Accionar certero,
Unión armónica entre lo eficiente y lo bello.
La comunidad incrementa esa inteligencia, esa precisión y esa Belleza al desplegarse a sí misma en el corazón del territorio originario.
Selva, monte xerófilo, llano en lo alto, llano en lo bajo,
Donde se abren las flores, se extienden las alas, llueve suavemente el rocío, los picaflores liban y revolotean; ahí es donde se asienta y se manifiesta la inteligencia de la tribu.
La comunidad se reproduce, ensancha su cuerpo divino, lo expande.
El viento propaga las semillas, uniendo a las familias y a las razas.
Redes y relaciones se entrelazan y anudan tejiendo la futura morada terrestre: las federaciones y confederaciones futuras.
Las tribus no lo concibieron de antemano; se fue configurando, producto de la trama apretada y segura, igual que las mujeres hilan sus fibras y las entrelazan,
en tanto refrescan sus labios con jugos esenciales
y se nutren de lo verdadero que el monte y los ríos les otorgan.
Ñamandú denomina a su universo el guaraní, el avá (el guerrero que defiende el Orden de su Kosmos).
La Luz, el resplandor, la energía, es el corazón mismo de su universo; su esencia; lo que Él es, por eso el Sol es venerable razón de la existencia de la vida en el territorio.En cambio las tinieblas son temibles.
Las tinieblas de las noches cerradas, de los cielos cubiertos por nubes oscuras, de las tormentas huracanas, de las cenizas volcánicas. La oscuridad de la guerra, que ciega la luz del cielo y de las conciencias.
Son las tinieblas las Enemigas de “la Luz que despliega la Vida”. Las tinieblas son mortales, aniquiladoras:
Destruyen la posibilidad de eternidad que dan los hijos,
Rompen el frágil pero necesario entendimiento entre la gente y entre las tribus,
Despedazan la Belleza, tan pura, tan inocente...tan ajena al mal, al dolor, al peligro.
¿Para qué regar la sagrada sangre de la vida?

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